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Puentes hacia lugares de encuentro

Actualizado: 7 ago 2020

Artículo escrito para la revista Duende del Instituto de Arteterapia Transdisciplinaria de Barcelona (IATBA) sobre mi experiencia de prácticas en un centro de día durante el segundo año del máster de Arteterapia. Cabe señalar que después de este año de prácticas en este centro de día, La Magnolia, me contrataron y he estado trabajando con ellos durante un año y medio.

Ahora quiero volver aquella plaza silenciosa y vacía

y escuchar otra vez las palabras que entonces

solías decir, mientras las luces de cada atardecer

dejaban en tus manos una rosa encendida y efímera.

(E. Sánchez Rosillo, Volver aquella plaza)

Volver aquella plaza no es querer volver a la plaza. El poeta recuerda momentos de encuentro con una persona amada, y quiere volver al encuentro con ella. Estos bellos versos del poema me hacen caminar hacia lo que es el encuentro.

¿Qué es un encuentro? Un encuentro podría definirse como el coincidir de uno o varios elementos. A veces se suceden encuentros de sorpresa, te encuentras con alguien y hay un encuentro, a veces se planean encuentros con una o más personas, y a veces, es un tejer caminos, como hilos de lana en un jersey, para encontrarse, en lugares y campos del corazón, con el otro.


Para mí, pues, encontrarse es algo más que coincidir en el mismo espacio y tiempo. Encontrarse es algo más que caer en la cuenta de que nos hemos visto y saludado. Encontrarse es tener verdadera noticia el uno del otro.


Puentes hacia lugares de encuentro es el título de mi tesina del máster de Arteterapia Transdisciplinaria, la cual presenté en junio del 2019. Y en ella describo mi andar junto a personas mayores con Alzheimer y demencia y los encuentros que han ido surgiendo en este recorrido junto a ellos.


El contexto

La Magnòlia fue el lugar escogido para las prácticas y es un centro de día para personas mayores especializado en demencias y enfermedades degenerativas del sistema nervioso. Estuve once meses haciendo prácticas liderando yo sola la sesión, y otras como co-arteterapeuta haciendo sesiones conjuntas con Carolina Duarte, compañera mía del máster. Aunque en el artículo me voy a centrar en las sesiones que he estado liderando sola.


Al empezar las prácticas algunos de mis objetivos eran por ejemplo, crear un espacio de bienestar y respeto. Crear un espacio de posibles. Cuidar a la persona y dejar crecer el vínculo. Acompañarcon delicadeza y respeto. Trabajar y explorar la expresión artística.Potenciarsus capacidades. Estar en el momento presente, entrar en su tiempo y, a la vez, en el recuerdo.


En cuanto a la metodología se refiere, el encuadre fue imprescindible paraestablecer normas precisas de funcionamiento. También el uso de las resonancias fue clave para que las sesiones pudieran ir dando fruto. Dar espacio a una escucha singular y múltiple, sin juicios, es decir, unaescucha sostenida. El cuerpo vibrátil. El sentir. El dejar acontecer. El encuentro, como único e irrepetible. Lo transdiciplinario.


Las sesiones

Me gustaría compartir de manera breve el pequeño tejido de mi proceso arteterapéutico con ellos, y a la vez poner algunos ejemplos concretos de sesiones. Para mí, el proceso de las prácticas estuvo compuesto por tres fases a las que he nombrado: el desierto, construyendo puentes y el encuentro.


Quisiera introducir esta primera fase del proceso con una metáfora de cómo me sentía al empezar, y que escribí en mi diario de prácticas, razón por la cual esta fase la llamo desierto: “En la aridez de un desierto en pleno sol, aquella luz del mediodía que tanto me angustia. La luz del sol abrasador cae sobre mí y nada hay que me proteja. Ni sombra ni oasis donde refugiarme. Solo puedo taparme los ojos con una mano, mientras la otra, levantada, me defiende del vacío absoluto del desierto.”


En el desierto, así me sentía yo al empezar las prácticas en La Magnolia. Muchas de las sesiones las hicecon una profunda angustia. ¿Por qué? No lo sé. Perfeccionismo, desconfianza, soledad, impotencia, inseguridad, miedo. En ese momento no me daba cuenta de que todo esto formaba parte del proceso, y solamente quería esconderme, o huir. Pero ni me escondí ni tampoco huí.

En medio de este desierto interno iba cumpliendo con las prácticas. A modo de ejemplo, me gustaría mostrar la que fue mi primera sesión. Fue una sesión en la que me vi con poca escucha, poca paciencia, poco dejar hacer. Les propuse llenar con imágenes una maleta de viaje. ¿Qué pondrían? ¿Qué se llevarían? Para poder conocerlas un poco. Ese día eran cuatro participantes, todas señoras. Vi montañas, verdes árboles, campos, casas, hijos… No recuerdo disfrutar de la sesión, pero al ver las fotos más tarde me di cuenta de que ellas a lo mejor sí lo disfrutaron. De hecho, quiero destacar el comentario de una señora que, el día después de esta sesión, me dijo “hoy al levantarme he pensado en lo que hicimos ayer contigo”. Es una señora que está bastante bien, en cuanto a la enfermedad, yme sorprendió lo que dijo, pues yo no sentía que hubiera estado del todo bien.

Así, en esta primera fase, en “el desierto”, poco a poco, iba atravesando las dunas bajo el intenso sol. Sentía que me faltaban semillas y que tenía poca agua, y sin tierra fértil donde sembrar. Pero continuaba caminando hasta poder encontrar algún oasis con agua y un poco de tierra.


En este caminar entre las dunas, hubo alguna noche estrellada y otros momentos de desasosiego.

Pero un latido muy fuerte en mi corazón marcó el paso de mi primera fase del proceso a la segunda. Recuerdo que estábamos a quince días de Navidad y me vino a la memoria unos años en los que yo me encontraba anhelando fuertemente el encuentro con el otro. En voluntariados que hacía buscaba estar con las personas, acompañarlas, escucharlas. Ese recuerdo me hizo dar cuenta de que no estaba haciendo del todo esto. En el diario escribí: “¿Dónde está mi corazón? ¿Y el suyo? ¿Sus ojos? No veo sus ojos. Tampoco los míos, los tengo tapados. ¿Hacia dónde voy? ¿Dónde quiero ir? Ojos que no ven, corazón que no siente. Quiero ver. Quiero sentir. Escucho los gritos de mi corazón, palabras que no entiendo. Pero el corazón habla, mis pies caminan. Los ojos buscan el amor.” A esta segunda fase la he llamado Construyendo puentes.


Construyendo puentes

Metáfora que asocio al hecho de salir de mí e ir al encuentro del otro. Conmigo, con mi persona, construyo una vía, un puente, un camino para ir hacia un lugar donde encontrarme con el otro. ¿Quiénes son estas personas mayores con las que trabajo en las sesiones? Y esto me llevó al objetivo real en cuanto a la preparación de las sesiones. Ya no es un “voy a hacer una gran sesión” si no “voy a conocerlos mejor”. Ver esta luz me quitó un gran peso de encima e incluso la angustia se fue.


Recuerdo que en ese momento se acercaba la Navidad, un tiempo del año que me gusta mucho y que siempre me hace recordar a mis abuelos. Supongo que tiene que ver con una cuestión de tradición. Esto lo explico porque me di cuenta de que en este tipo de personas mayores con Alzheimer o demencia, es muy interesante el tema de las fechas. Las fechas tienen que ver con una memoria colectiva y cultural que les puede ayudar muchísimo, puesto que la mayoría lo han vivido.

Esto me llevó a proponer una sesión, que duró varios días, acerca de la Navidad. Para conocerlos más, saber que les gusta o no les gusta de este tiempo, conocer sus tradiciones, recuerdos que pudieran surgir, etc. En estas sesiones se trabajó con postales navideñas. El día que llevé las postales las dejé repartidas por toda la mesa y solamente llegar hubo un “Oooh” colectivo y todas empezaron a bucear entre ese mar de postales. Hubo opiniones y gustos para todo, además las postales eran muy variadas. Di un espacio para compartir. A partir de allí, y con todo eso que había salido, fui recogiendo información acerca de SU Navidad, los personajes significativos para ellos, los colores, los sentimientos, los objetos. Y con toda esta información fueron saliendo sesiones de varios días en las que se dibujaron escenas de Navidad, se hicieron también composiciones a partir de objetos que traje y que también eran significativos para ellos.

A parte, trabajamos también con poesía y música. Me dícuenta de lo poderosa que es la música como herramienta. Durante esos días vi al grupodisfrutar mucho con la música, navideña, de su época. Creo que fue a partir de aquí cuando entendí que la música es para este colectivo como luz en un farol en la calle del olvido. Para ellos es un volver a vivir aquello que parece que se les ha ido para siempre. Quiero destacar que al darme cuenta del gran poder de la música decidí dedicarme a recoger información sobre los gustos musicales y canciones preferidas de muchos de los pacientes del centro. Y todo este mar de “músicas del corazón”, como lo he llamado, han sido preciosos caldeamientos para la introducción de muchas de las sesiones.

Esto era también un principio de la construcción de puentes hacia lugares de encuentro.

Y así, durante esta segunda fase iba haciendo camino de la mano del vínculo, del conocimiento del otro y de la creatividad. Y poco a poco fue saliendo el siguiente proyecto, que llamé A Través de mi ventanay que trabajé con dos grupos, durante un largo período de tiempo.

Todo empezó, cómo ya he explicado anteriormente, al darme cuenta del objetivo “real” de la preparación de las sesiones. Quería encontrarme con ellos, con su persona, con su realidad, y si surgiera, con sus recuerdos, a través de la expresión artística. Así empecé a darle vueltas ¿Qué te gustaría ver a través de la ventana? Esa fue una de las preguntas base del inicio de esta tarea. Así, la primera sesión, con uno de los grupos, por poner un ejemplo, quise empezar con sonidos que podemos oír desde un lugar y a través de una ventana. Sonidos de los pájaros, de la naturaleza, de la lluvia, de tormentas. Sonidos de la calle, de la ciudad, los coches, el hablar de la gente. El verbo escuchar nos llevó luego al verbo ver. A partir de aquí fuimos pasando de los sonidos a paisajes concretos y a lugares donde han estado o les gustaría estar, desde la propuesta de la ventana. Fue interesante pues iban evocando los lugares y las casas donde habían nacido, donde habían vivido y donde estaban viviendo actualmente. Salieron muchos lugares concretos, ciudades, pueblos…

Y así esas primeras sesiones se convirtieron en una intensa recogida de información para llevarla a la preparación de las sesiones. Y con todo esto me dediqué a buscar imágenes de los lugares que habían ido saliendo. Fueron sesiones de diálogo con ellos y con estas imágenes, traer de nuevas y descartar otras. A partir de aquí fue surgiendo la creación deun paisaje. Me gustaba la idea de que ellos mismos pudieran hacer salir su propio paisaje desde una pequeña imagen, era como el dejar brotar la planta de la semilla. Entonces, juntamente con esta idea, pensé en traer material de la naturaleza, cosas que tuvieran relación con la imagen del lugar de cada uno, para poder recrear el dibujo a partir de la imagen y de este material traído.


En la fotografía se puede ver el inicio de creación del paisaje de uno de los grupos, como empezamos con elementos de la naturaleza, para luego continuar con otros materiales como la cartulina, los pasteles, las ceras, algodón…etc. En este grupo, me gustaría destacar el caso de una participante, a la que he llamado Margarita. Ella tiene una grave dificultad en el habla y el movimiento y, al principio, no sabía si sería capaz de seguirlassesiones. Hay que decir que ella no tuvoen ningún momento ninguna dificultad con la tarea. De hecho, al inicio de la creación del paisaje fue la primera en empezar a coger los materiales e ir componiendo con ellos su obra. Tal vez no podía hablar, tal vez sus movimientos eran torpes, pero sus capacidades de escucha, de mirada, de trabajo, me hacían pensar que estaba llena de vida. De ella yo creo que aprendieron todas las del grupo, también yo. Había otraparticipanteque mostraba siempre mucha resistencia a todo tipo de tarea pero me di cuenta que le ayudaba mucho ver trabajar a Margarita, y así la resistencia, de algún modo, se le iba. Un día, Margarita, a parte de la gravedad de sus dificultades usuales, estaba constipada y se había dejado las gafas. Yo le propuse no hacer nada por el estado en el que se encontraba ese día, pero quiso hacer la tarea como sus compañeras. Al terminar vi que era oportuno hacerle un reconocimiento por el trabajo hecho ese día. Así, con todo el grupo, la felicité y en ese momento sus ojos me miraron emocionados y unas lágrimas empezaron a bajar por su mejilla. Con mucho cariño la miré y le pregunté “¿son lágrimas de alegría?” Y con un “Si” bajito me respondió moviendo la cabeza. Me puse a su lado y le cogí la mano, también lo hizo otra compañera suya. Fue un momento precioso en el que me di cuenta de que sin la palabra el mismo cuerpo habla, el corazón late y los ojos están llenos de vida. Tantas veces el alma prescinde de palabras dando paso a la vibración del cuerpo emocionado, a los sonidos del llanto o del reír, al silencio de la voz, al canto del gesto de una mano.Para mí eso ya fue un inicio de un profundo encuentro.

Los paisajes fueron armándose y paralelamente iba cobrando vida la idea de poder construirtambién la ventana por la que miraban. No fue fácil decidir si construirla o no por la dificultad que suponía hacerla. La ventana, para mí,tiene un significado especial que creo está íntimamente relacionado con el recordar, con el ver, con el proyectar y también con el desear. Así, me lancé al desafió de hacerla.



De este proceso de construcción de las ventanas, surgieron sesiones llenas de ayuda mutua entre los participantes, como no lo había visto antes, y en dónde afloraron las capacidades y habilidades de cada uno. Por poner un ejemplo, uno de los grupos está compuesto de varias señoras y un señor. Este señor, al que llamaré Pepe, era ebanista de profesión, por lo que, como yo imaginaba, la construcción de la ventana sería para él un regalo Pero no así el coser cortinas. Aquí, sin yo planearlo surgió lo que llamamos” lo inesperado”. En la fase de ponerle cortinas, si ellos querían, pasó que el señor Pepe deseaba hacerlo perono había cogido una aguja en toda su vida. Entonces en ése momento pensé en proponer una tarea conjunta: él haría los balcones de la ventana de sus compañeras y a cambio ellas le coserían las cortinas. La respuesta a esta propuesta fue cariñosa y divertida, una de las señoras dijo: “¡Y tanto!, pero a cambio no sé si prefiero los balcones o un beso!” Fue precioso el verlos ayudarse mutuamente, y tan necesario, lo humano, a cualquier edad, siempre, para nutrir el corazón hacia uno mismo y hacia los demás. Y el sentirse útiles. En este sentido, es aquí cuando me doy cuenta del fin y objetivo del Arteterapia. El Arteterapia es puente, un medio, para llegar a un lugar de encuentro con lo humano y su desarrollo.



El encuentro

Así, de esta manera, tan sencilla, podría decir que surge la tercera fase, el encuentro. En mi diario de prácticas describí el encuentro de esta manera: “Un inesperado llegar a. ¿Al corazón? ¿A su corazón? Florece el lugar como luz en la sombra. En el encuentro me siento habitada, me siento habitando. Es un habitar la propia casa, estando en la del otro, el otro en la mía. Es como un prado, un jardín florecido, tejido de diferentes flores, plantas, árboles, habitando todos un mismo lugar.”

El encuentro tiene que ver también con el vínculo, y a medida que el lazo se va haciendo más grande el encuentro es también, a veces, mayor. Por eso he querido resaltar como fase final, el encuentro, pues para mí fué lo más significativo.

La tarea de hacer las ventanasfue un proceso largo pero cargado de encuentros. Y no sólo el terminar la tarea, ver la maravilla que había salido de allí, sino todo lo que fue poder hacer con ellos este trabajo.

Cabe destacar lo que tantas veces he podido escuchar en el Máster de Arteterapia, cuando en el disfrutar del camino se disfruta de lo estético. Creo que si tuviera que resumir en una frase estas sesiones, diría esto. Realmente fue un gozo este caminar con A través de la ventana, los paisajes propios de cada uno cobraron vida y se llenaron de sentido y estética.


Esas sesiones fueron muy significativas en relación a muchas cosas. Por ejemplo, en este colectivo con enfermedades neurodegenerativas uno de mis objetivos era el proporcionar un espacio de salida de recuerdos. Y esta tarea tenía como excusa el recordar, entre otras cosas.

Así, quiero compartir algo muy bonito e interesante y es que la palabra recordar viene del latín recordariy quiere decir volver a pasar por el corazón. En cambio la palabra rememorar es volver a pasar por la memoria. En este sentido, con estas sesiones, pudimos pasar por el corazón muchas cosas, y cuando las cosas pasan por el corazón, el corazón las guarda para siempre. No es extraño entonces que, en un colectivo como este, que no se acuerdan de lo que han hecho hace una hora, durante estas sesiones muchos sí se acordaban de sus ventanas, sus paisajes, y lo que habíamos hecho en la sesión anterior. Hay una participante, a laque llamaré Antonia, y quetiene un deterioro moderado grave, es decir, mucha confusión y se acuerda muy poco de las cosas, cuando ya llevábamos varias sesiones y el paisaje ya estaba saliendo, en muchos momentos al empezar la sesión recordaba siempre su Turó Park, el lugar que ella había elegido para su paisaje. Un día, también, al entrar en el centro me vio, y al saludarla, ella me miró a los ojos y me dijo “¿Cómo va tu arte?”. En ese momento me quedé paralizada y pensé que las sesiones estaban pasando por su corazón, e incluso que el vínculo creado entre ella y yo había reactivado lugares de su memoria. Esto ha sido mi mayor descubrimiento, cuando las cosas se hacen con amor, pasan por el corazón y el recordar aflora más rápidamente.Esta misma señora, al cabo de un tiempo de haber terminado este proyectome dijo: “Tengo esa cosa bonita en casa y a todos les gusta mucho”. Refiriéndose a la ventana. El amor, el afecto, el vínculo, el nutrir con el corazón las sesiones, son todo tesoros para el recuerdo. Este fue otro dulce encuentro.



En relación a estas “cosas significativas” pienso también en lo significativo que puede llegar a ser el creer en su potencia. Me he dado cuenta de que creer en sus capacidades puede ser un maravilloso regalo para ellos. Con esto quiero decir que a lo largo de este tiempo he podido ver que ni la vejez ni la enfermedad son un motivo para no aprender y/o pasárselo bien. Cuando no pienso en sus límites, sus habilidades, capacidades y potencias afloran.


Quisiera compartir también algunas de las conclusionesque saqué al escribir la tesina. Y en estas no puede faltar los muchos darme cuentade lo estudiado en el Máster y vivenciado en las prácticas. Por ejemplo, la importancia de focalizar la atención en el procesoy no en el resultado, pues éste nos lleva a las expectativas, al juicio, a la comparación. En cambio cuando el proceso se vuelve medio para el objetivo es cuando se da sentido a la tarea. También la importancia de hacer un caldeamiento que ayude a entrar en la sesión, y en este colectivo ayuda abrir los sentidos, la escucha, la concentración, la memoria y el estar en el presente. He visto una evolución en las sesiones, muchas son gracias al caldeamiento. Por ejemplo, en algunas de las sesiones en las que realizamos la ventana, sabiendo los lugares elegidos por cada uno, para el caldeamiento yo llevaba músicas de dichos lugares o cosas que tuvieran relación con el lugar. Esto ayudaba a la concentración, al estar en el presente y la tarea luego era más fluida. Otro “darme cuenta” fue la importanciade crear un espacio seguro, donde surge la confianza, el vínculo, el cuidado, entre ellos, por ejemplo, en una sesión en la que con una música una participante tuvo un evocación de un recuerdo muy duro y se puso a llorar, pude ver el respeto, cariño y cuidado de sus compañeros hacia ella,sosteniéndola desde del silencio y gestos de acompañamiento. Ver esto me hacía dar cuenta del espacio seguro creado. También un espacio de posibles, donde es posible estar alegre y estar triste, ser rápido y ser lento, sin juicio ni culpa. También, en este colectivo, ver lo saludable que puede serofrecer un lugar de bienestar, de placer, de disfrute, juntamente con el ayudar a creeren sus potencias, capacidades y habilidades.

Quisiera terminar con la imagen del árbol como el arteterapeuta, que aprendí con Anna Buxaderas en el módulo “La terapia como obra de arte” del 1er año del Master de Arteterapia: “El árbol abriga y da cobijo. Crece hacia la luz, soporta vientos y tormentas porqué está enraizado. Camina hacia dentro, camina hacia fuera. Sus raíces son esa caja de herramientas que ayuda a poder crecer sin caerse.” Así el arteterapeuta.

Pero antes de ser este árbol he tenido que ser grano. Como el pequeño grano de mostaza bíblico que al sembrarse crece y se hace grande, porque el fruto del amor siempre es grande, no en resultado sino en cualidad. Pues el amor hace crecer y es creativo.

Júlia Rodríguez-Arias Honorato

Puentes hacia lugares de encuentro

Diciembre del 2019






Fotografías del artículo publicado en la revista Duende












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