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Tierra, cielo, árbol

"Tierra, cielo árbol". Acuarela y lápiz de color sobre papel Canson. 70 x 100 cm

"Llamábamos a la tierra una de las flores del cielo,

y llamábamos al cielo el infinito jardín de la vida."

 

Friedrich Hölderlin, Hiperión

 

Byung-Chul Han, en su libro Loa a la tierra, hace un llamamiento, silencioso, pero muy luminoso, a volver nuestros ojos a la tierra.

Leyendo su libro, el cual ha sido una inspiración para mi persona, para mi obra artística y para este cuadro en concreto, he sido transportada a un lugar de gran belleza, bondad y verdad.

 

Su jardín secreto, como él llama a su jardín, resuena en mi corazón como la voz suave de una madre acariciando y mimando a sus hijos. "San Agustín atribuye a las plantas la necesidad de que los hombres las contemplen, como si gracias a un conocimiento de su ser al que el amor guía ellas experimentaran algo análogo a la redención. (...) El conocimiento es amor. La mirada amorosa, el conocimiento al que el amor guía redime a la flor de su carencia antológica. El jardín es, por tanto, un lugar de redención."

Quiero detenerme en este punto, un instante, porque cuando leí este párrafo pensé enseguida en San Francisco de Asís. Este santo del siglo XIII manifestó una atención particular hacia la naturaleza, los animales y las plantas. Cuando miraba el sol, la luna o los más pequeños animales su reacción era cantar, haciendo de su canto una alabanza al Creador de lo creado. Para él cualquier criatura era una hermana. Un discípulo suyo decía de él: "lleno de la mayor ternura al considerar el origen común de todas las cosas, daba a todas las criaturas, por más despreciables que parecieran, el dulce nombre de hermanas."

Cito a San Francisco de Asís porque es un bello modelo de ése llamado de Han a volver nuestros ojos a la tierra. La actitud del santo hacia lo creado me da el dulce sabor de la sencillez y el amor a las cosas pequeñas. Me devuelve la brisa suave del Espíritu. " A través de la grandeza y belleza de las criaturas, se conoce por analogía al autor." (Sb 13,5)

Para mí, volver a la tierra es un volver los ojos al que la creó.

"Alabado seas, mi Señor,

por la hermana nuestra madre tierra,

la cual nos sustenta, y gobierna

y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba"

San Francisco de Asís

Volviendo al libro Loa a la tierra de Byung-Chul Han, del cual ha salido gran parte de la inspiración para crear mi cuadro, es también, como las oraciones de San Francisco, un cántico de alabanza a la tierra, "esta loa a la tierra debe sonar como una hermosa Canción de la tierra", dice al autor.

 

Tierra, cielo, árbol

Así pues, "Tierra, cielo, árbol", este es el título que he dado al cuadro, tiene un poco de todo lo dicho en las anteriores líneas.

Éste me habla de las verdes hierbas, las plantas silvestres, el fango y las piedras y todo aquello que conforma un paisaje natural, yo diría "terrenal". Me recuerda que yo también soy tierra, "humus", de aquí viene la palabra humano, y que, aún siendo tierra, puedo elevar mi espíritu hacia el cielo como el árbol que con sus ramas, sube, sube hacia el cielo azul.

Como dice Han, "la tierra es nuestro espacio de resonancia, que nos llena de dicha. Cuando abandonamos la tierra nos abandona la dicha."

Los jardines siempre me han llamado la atención por la belleza que esconden. Siempre he querido tener un jardín. Un jardín que me recuerde cada día la sencillez de las cosas y la lentitud del crecer y del vivir. Hoy en día vamos muy rápido, corremos mucho y estamos permanentemente "conectados" con lo digital y la digitalización impide ver la propia realidad. El campo visual de la persona acaba siendo una pantalla tridimensional y esto hace que nos alejemos cada vez más de la realidad. Para Han, su jardín es la "realidad recuperada."

Termino con uno de los primeros párrafos del prólogo del libro, palabras bellas que no debemos olvidar:

"De la tierra nos llega el imperativo de cuidarla bien, es decir, de tratarla con esmero. En alemán, schonen, <tratar con cuidado>, está emparentado etimológicamente con das Schöne, <lo bello>. Lo bello nos obliga, es más, nos ordena tratarlo con cuidado. Hay que tratar cuidadosamente lo bello. Es una tarea urgente, una obligación de la humanidad, tratar con cuidado la tierra, pues ella es hermosa, e incluso esplendorosa."

Detalles de la obra

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